El estrés es una respuesta psicológica y física a los retos y exigencias que bajo determinadas condiciones pueden servirnos de estímulo y guía para resolver problemas, lo que se conoce como «eustrés». Sin embargo, en muchos casos el estrés puede deberse a experiencias emocionalmente complejas o a hechos de la vida cotidiana aparentemente menos importantes, como un embotellamiento o plazos de entrega muy ajustados en el trabajo, que al acumularse pueden causar daños a nuestra salud. Los episodios de estrés agudo o el estrés prolongado pueden perjudicar nuestro bienestar y desencadenar un estado de ansiedad que, de no tratarse, puede dar lugar a trastornos más serios como la depresión, que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo entero.
El estrés provoca un aumento prolongado de los niveles de glucocorticoides, lo que, con el tiempo, afecta al sistema inmunológico y a la estructura del hipocampo y provoca alteraciones en el proceso de generación de neuronas y en la morfología de las mismas. Además, el estrés se asocia a un alto riesgo de enfermedad cardiovascular y de trastornos metabólicos y gastrointestinales.
La creciente evidencia del papel que desempeña la flora bacteriana en la salud mental ha llevado a los científicos a empezar a considerar la microbiota intestinal un «órgano endocrino», lo que ha motivado el concepto del «eje intestino-cerebro», un sistema de comunicación dinámico y bidireccional comprometido directamente en el mantenimiento de la homeostasis. Por ejemplo, los ratones de laboratorio libres de gérmenes tienen niveles más altos de corticosterona plasmática y conductas ansiosas, lo que demuestra la función clave del microbiota intestinal en la salud y la conducta del huésped.
Esta interacción binaria no solo afecta nuestra salud mental sino también muchos otros aspectos de nuestra fisiología, como el control homeostático de la glucosa, la saciedad, la obesidad y los trastornos gastrointestinales e inflamatorios. Los elementos del eje intestino-cerebro incluyen moléculas señalizadoras (citoquinas, hormonas y neuropéptidos) que intervienen a nivel nervioso (en el sistema nervioso central y entérico), hormonal e inmunitario.
En los últimos años, el impacto de los probióticos en la salud mental está ganando cada vez más interés: determinadas cepas han demostrado un gran potencial terapéutico o como adyuvantes en el tratamiento del estrés y la ansiedad gracias a la producción directa de moléculas bioactivas o mediante la modulación de rutas específicas del eje intestino-cerebro.
La bacteria Lactiplantibacillus plantarum P8 (basonym Lactobacillus plantarum) fue aislada en una leche agria fermentada tradicionalmente en Mongolia Interior, China, y es producida por Sacco. La P8 se ha estudiado a fondo desde 2005 por sus excelentes propiedades probióticas, entre las cuales el efecto que produce en el eje intestino-cerebro adulto, que pone en evidencia beneficios significativos en el manejo del estrés y la ansiedad, así como en la mejora de las funciones cognitivas y de la memoria.
Para conocer mejor las pruebas clínicas sobre la eficacia de la P8 y las repercusiones que tienen en el eje intestino-cerebro, descargue el estudio completo.